No es que me vaya a arrancar por sevillanas pero he querido comenzar de esta manera para expresar lo que siento en estos momentos. Como de todos es sabido tras haber sido publicado en los medios de comunicación deportivos de Aragón, el Real Zaragoza ha decidido prescindir de “Tarsi” Aguado, después de 4 años en el club y de haber alternado esta temporada el primer equipo con el Zaragoza “B”. No voy a hablar aquí de su calidad futbolística, de las escasas oportunidades de las que ha disfrutado y en las que ha cumplido, de la política de cantera del Zaragoza, etc.; por suerte es un jugador muy joven, 21 años, y tiene tiempo por delante para demostrar de sobras su valía.
Pero el motivo de decidirme a escribir estas líneas no es otro que compartir con todos mi experiencia con un gran chaval, y digo chaval porque podría ser perfectamente mi hijo, que desde que llegó a Zaragoza se integró de manera muy activa en la U.D. Montecarlo. Durante estos 3 o 4 años lo he visto casi a diario entregarse a los chavales a los que ha entrenado y hacerlo con verdadera vocación, hasta convertirse en tan corto espacio de tiempo en una de las personas más queridas del club.
He tenido el enorme privilegio de estar a su lado como entrenador del mismo club y os puedo garantizar que pocas personas vinculadas a este mundillo han dejado una huella tan profunda en tan poco tiempo; comenzó como todos echando una mano en un equipo, pero pronto se vio que sus ganas, su compromiso y su sabiduría futbolística y humana le iban a otorgar cada vez mayor protagonismo en los equipos en los que participó. Su carisma y su buen hacer pronto hizo que fuese admirado por los que formábamos parte del club hasta el punto que era frecuente ver a diferentes entrenadores observando su trabajo con los chicos. Todos coincidíamos que estábamos ante un gran jugador que cuando dejase el fútbol activo se convertiría en un grandísimo entrenador.
Su entusiasmo, su carisma y su buen hacer hizo que se ganase el respeto de los chavales que veían en él un maestro y un ejemplo en el que inspirarse al mismo tiempo; yo mismo tuve la gran suerte de que estuviese en el equipo de mi chico durante un año y os puedo garantizar que el trabajo realizado durante esa temporada fue altamente gratificante y los resultados magníficos.
Su implicación con el club y sobre todo con los chicos le llevó a dedicar cada vez más tiempo hasta el punto de pasar en él muchas tardes y a asumir cada vez mayores responsabilidades, habiendo colaborado este último año de forma activa con 2 equipos y con la escuela del Montecarlo. Han sido muchas las tardes que hemos coincidido por el campo y muchas las charlas futbolísticas que hemos tenido, hablando de lo divino y lo humano. Siempre me llamó la atención su madurez, la serenidad de sus comentarios, sobre todo teniendo en cuenta su edad, pero sobre todo su sonrisa; al margen de los entrenamientos en los que en ocasiones sacaba su genio a pasear, nunca le vi un mal gesto con nadie, siempre tuvo una sonrisa acompañada de unas buenas palabras a los chicos que se acercaban a él con admiración, casi devoción diría yo.
Como compañero siempre se mostró dispuesto a echar una mano o dar un consejo.
Son momentos tristes los que vive el futbol base aragonés y a la pérdida de un gran jugador hay que sumar que nos va a dejar un enorme entrenador y formador de fútbol base, pero sobre todo una gran persona; el Montecarlo va a sufrir una tremenda baja en sus filas y un hueco difícil de llenar. Te echaremos de menos. Quería mostrar a todos los aficionados al fútbol base esa otra faceta menos conocida de Tarsi y compartir con ellos algo de los buenos momentos que nos ha dejado; podría llenar páginas y más páginas pero se me amontonan las palabras y cada vez se me hace más difícil.
Gracias por todo lo que nos has dado, gracias por ser como eres, no cambies nunca; se que ahora no estás pasando tu mejor momento pero después de la tempestad siempre llega la calma y acabas alcanzando tu meta, te lo mereces. Seguro que sea cual sea tu destino haces felices a muchas personas. El fútbol necesita muchos Tarsis.
Cuando un amigo se va…….
